jueves, 5 de abril de 2018

EL CRITICO RAY

No mientan, no engañen, políticos del oriente y de la península
Raymundo Martín Gomez
¿Por qué los políticos deben evitar decir mentiras en sus discursos ante la sociedad? Porque pueden marcar la vida, para bien o mal, de los futuros yucatecos, campechanos. quintanarroenses y mexicanos en particular del oriente de Yucatán.
A los siete años de edad por primera vez escuché hablar a un político, don Víctor Manzanilla Shaffer, durante un mitin realizado en el entonces cinema "Peraza" (FOTO INCLUIDA DE LO QUE QUEDA), en mi pueblo natal Dzilam González, Yuc., y eso me marcó para toda la vida al grado de que no sólo aprendí algunas lecciones sino que afiancé mis propósitos de ser periodista para buscar el bien común.
Parado entre la gente, escuchaba hablar a don Víctor en pro de la gente, del progreso, del bienestar y de tantas cosas que todavía no entendía muy bien pues como niño acudí porque los señores y gente más grande que yo había entrado esa tarde al cinema, más por curiosidad que por otro motivo.
Al final el discurso. don Víctor recibió muchos aplausos y años después lo escuché hablar otras veces pero no era precisamente un gran orador ni un político con características especiales, aunque sabía el oficio de utilizar bien la lengua incluso para decir mentiras porque el progreso prometido, el bienestar, nunca llegó al grado de que algunos jóvenes años después por el abandono del pueblo creamos la Organización Cívica y Cultural "Dzilam González" con la cual logramos la construcción de la carretera Temax-Dzilam González, la biblioteca pública y realizar otras tareas deportivas que no hacían los ineptos alcaldes en turno.
¿De qué sirvió escuchar el discurso político de don Víctor Manzanila quien años después fue gobernador de Yucatán? De mucho. De no haber entrado al cinema tal vez no me habría interesado gran cosa en los asuntos de interés público. Mi padre, Sinforiano Martín (q.e.p.d.), decía que "la política es una porquería" y muy sucia pero siempre estaba enterado de las noticias, las leía en el periódico (no teníamos electricidad, agua ni otros servicios básicos) y las comentaba con mis hermanos más grandes que yo.
Con el tiempo, ya en la ciudad de Mérida, a donde migré en busca de aprender, trabajar, ser algo mejor en la vida, esa "experiencia política" me sirvió para lograr mi objetivo de abrazar la carrera periodística luego que don Evilacio Pereira Trujillo (q.e.p.d.), entonces célebre corresponsal de EXCELSIOR al contestar mi pregunta de cómo ser un buen periodista me sugirió tomar un taller del ramo durante un año con el maestro Renán Irigoyen Rosado, tras lo cual intenté ingresar al Diario de Yucatán pero no me aceptaron porque apenas tenía 16 años y en esa época ellos contrataban ex seminaristas, profesores o abogados fallidos.
En la carrera periodística combinada con la política en pro de mi Dzilam González hice política sin partido alguno y algo de activismo. Me sugirieron ser candidato a alcalde porque era el mejor posicionado ante la modorra de mis paisanos. Pero no acepté no sólo porque a los ocho años le prometí a mi padre que iba a ser un periodista de bien, entre otras cosas, y tendría que cumplirle, sino porque había comprobado las mentiras de políticos como Carlos Loret de Mola, Francisco Luna Kan y sus demás colegas.
Tenía razón mi padre, recordaba, "la política es una porquería"... pero hay que trabajar desde mi trinchera periodística, para dignificarla aunque sea un poco, pensaba mientras veía el activismo de Víctor Cervera Pacheco o de Carlos Sansores Pérez, políticos yucateco y campechano, muy famosos en su momento.
Tampoco hay odio ni rencor hacia la prostituida política partidista sino al contrario. Sigo creyendo que los políticos tienen el reto de enaltecerla, reforzarla, mejorarla, los políticos. De allá parte nuestro afán de análisis, comentarios, críticas y cuestionamientos a gobernadores y políticos peninsulares, incluyendo a Carlos Joaquín, emanados de aquel día en los años sesenta en mi amado pueblo natal. No mientan ni engañen al pueblo, siempre les recomiendo.- Raymundo Martín Gómez, Chetumal, Q. Roo

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