domingo, 24 de diciembre de 2017

Cena de Nochebuena por la llegada de la Navidad, ¿en el pueblo?

EL CRITICO RAY:
Raymundo Martín Gómez
Caminando por la noche del día 24 de diciembre de regreso a su humilde casa, Luisito notó que en la casa del tío Eraclio estaban cenando pavo y desde la puerta veía cómo comían, alegres, contentos. Nadie lo invitó siquiera un taco pero antes de retirarse escuchó que era la flamante cena de Nochebuena pues llegaba la Navidad.
Para entonces, las calles de Dzilam González no estaban pavimentadas, se caminaba entre piedras, al pueblo no había llegado la electricidad y menos el agua potable o los servicios de salud. La pobreza era casi general. Los dueños de tres tiendas y algunos carniceros eran los más pudientes del pueblo yucateco.
La gente trabajaba y vivía del cultivo de la milpa que su padre hacía con mucho dinero, o del henequén, al grado de que la dieta en casa de Luisito era raquítica: el desayuno, un poco de café o chocolate caliente con unas galletas animalitos, globitos; la comida, unos frijolitos con un poco de huevo con tomate y cebolla; y la cena... no había, si acaso se podía raspar algo del poco frijol colado que quedó en la olla, con unas tortillas recalentadas en el comal...
Por eso la cena de Nochebuena era una novedad para el chamaco yucateco pues en el rumbo de la calle 20 rumbo a Temax tampoco se hacían cenas parecidas, excepto de los pocos carniceros o dueños de las tiendas, quienes se iluminaban con velas, la lámpara de gas morado o los más pudientes con el poderoso Coleman que consumía gasolina.
En ese tiempo tampoco se festejaba la Navidad en grande excepto que en algunas casas colocaban un arbol con esferas. Para el próximo año, Luisito buscaba en el monte una mata con ramas secas a las que forró con un poco de algodón para crear su arbol navideño... Pero sin cena porque papá Sinforiano y mamá Agustina temprano se acostaban a dormir ya que este chiquillo era el hijo número 11 de los 12 que tuvo la familia.
Además, en la única iglesia del pueblo, ubicado a 98 Kms. de Mérida, tampoco había misa de Nochebuena pues el padre, un gringo de trato algo rudo, venía apenas los fines de semana a celebrar.
Por eso la generación de dzilameños de los años 50 y anteriores no tuvieron la costumbre de tales festejos navideños ni la llegada del Niño Dios, pues por la pobreza y el abandono, apenas si había para medio comer o buscar cómo colarse en el cinema del Sr. Peraza (FOTO INCLUIDA).
Qué cena navideña ni nada por el estilo. Apeas había para comer un poco. Por fortuna algo cambió ya en los sesenta cuando instalaron la red eléctrica en todo Dzilam pero la pobreza empeoró años después con la caída del cultivo del henequén a nivel estatal, uno de los motivos de Luisito para migrar a los 13 años a Mérida, luego a Campeche y por último quedarse en Chetumal.
De todo esto no lo saben ni lo vivieron las nuevas generaciones de dzilameños pero conviene no olvidarlo porque además es parte de la historia personal y colectiva de aquella época, que buena o no tanto, gracias a Dios forjó a unos y desvió por el rumbo equivocado a otros.- Raymundo Martín Gómez, Chetumal, Q. Roo

1 comentario:

  1. Triste historia pero verdadera master. Felicidades por haberse superado

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