Raymundo Martín Gómez
El sargazo que sigue llegando a las bellas playas de Quintana Roo ya es un asunto de prioridad municipal, estatal y nacional porque están de por medio los negocios, los empleos, la economía en la llamada industria sin chimeneas, que involucra directa o indirectamente más a quienes vivimos en esta zona del país.
Pero, ¿los chetumaleños, cancunenses, isleños y demás habitantes por fin lo entendieron? Porque durante años, desde antes del 2015 el problema es real y ha sido soslayado por los funcionarios al grado de que Catalina Portillo, dizque secretaria de Turismo estatal, sigue terca, necia, gritando cuando le preguntan que no hay problemas, que la llegada de turistas va a la alza, que no hay problemas, mientras dueños de negocios en Majahual como José María Flores Sánchez y otros lugares, reportan que no se puede oler por la pestilencia de esa alga y otros animales marinos muertos en esa región que llaman la Grand Costa Maya.
Incluso el gobernador Carlos Joaquín, quien estos dos años se ha dedicado a viajar, a disfrutar el poder, no parece atender con interés este gravísimo problema a corto, mediano y largo, al grado de que cree poderlo exterminar con dinero, con equipo y otras medidas, en lugar de difundir también qué lo origina: el calentamiento global, la destrucción del entorno natural de las costas caribeñas, los daños al Amazonas cuyas aguas parecen nutrir al sargazo y lo vuelven tan tóxico que los expertos recomiendan los daños que también causa a la vida marina y al ser humano.
Negar, ignorar o soslayar este lío, ¿hacia dónde nos lleva? Es curioso que esos funcionarios, que no funcionan, tampoco aprendan de los errores del pasado, en esta joven entidad.- Raymundo Martín Gómez, Chetumal, Q. Roo
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