Le revienta uno y otro problema a Carlos Joaquín, ¿y no aprende?

Raymundo Martín Gómez

Sin salir de un problema les revienta otro y otro más. Carlos Joaquín con su grupo de cuates sigue de mal en peor. Tiene enfrente el terrible problema de la inseguridad, de los maleantes que controlan casi todo Quintana Roo desde hace décadas. Pero pasan los días, semanas, años y no le da importancia al sargazo en las playas que es hoy es una emergencia estatal y un peligro para la actividad turística estatal, regional y nacional.

Pero además Carlos Joaquín se mete en más líos con la famosa Ley de Movilidad en que los llamados sindicatos de taxistas le movieron el piso cerrando carreteras y tuvo que ceder para dejar fuera a UBER. Luego, sin aprender la lección, en la misma Ley de Movilidad incluyó el negocio de los llamados "Verificentros" que si mal es cierto heredó de su antecesor Beto Borge es un vil negocio del que ya dio marcha atrás porque es un vil negocio, una estafa que se comete en la ciudad de México.

Ahora falta que otra vez dé marcha atrás porque la perruna Ley de Movilidad prohíbe en los 11 municipios locales que haya negocios en la vía pública, es decir no habrá vendedores ambulantes ni los dueños de negocios podrán sacar sus sillas y mesas, previo pago del derecho correspondiente al Ayuntamiento en cuestión, algo absurdo, risible, ya que en ciudades vecinas como Mérida o Campeche hasta cierran calles para que sean instaladas mesas, sillas o demás negocios, no se diga Europa...

De un error cae a otro el desgobernador todo porque con sus amigos, su inepto equipo de hombres y mujeres que forman su primer círculo, es decir sus colaboradores encabezados por Francisco López Mena, secretario de Gobierno, Manuel Alamilla y demás gente dentro del gabinete o sus asesores, de plano no dan una, al grado de que Carlos Joaquín ahora anda supervisando obras como si fuese supervisor y no gobernador.

Entonces, ¿en manos de quién está el cambio de Quintana Roo que él prometió en campaña y al rendir protesta? Porque incluso ya es muy difundida la información de que es un mandilón, que obedece lo que diga su señora, insisten nuestros lectores. ¿Qué es esto? O todo es por no preguntar ni querer aprender.- Raymundo Martín Gómez, Chetumal, Q. Roo